(30 / jul / 2010) - Como cada mañana, desde hace un mes, he dado mi matutino paseo de camino al trabajo. No sé muy bien por qué, pero me gusta andar, y por la mañana más.
El paseo, resumido en una suerte de viaje espiritual por la Castellana, tiene una duración aproximada de 20 minutos. Y lo cierto es que nunca es igual cada mañana. En concreto, el de hoy ha sido un paseo escoltado por cientos de miradas que buscaban un blanco único.
Justo a la salida del Metro Santiago Bernabéu se ha cruzado ante mí una falda vaquera más bien corta y una camiseta blanca sin mangas con el color pérdido por el paso de los años. Luego, ya he visto que se trataba de una chica.
Una melena rubia y un bronceado propio de estos días, acompañaban a esta Helena de Troya mañanera. Después, la vida ha seguido su curso natural. La muchacha en cuestión iba delante de mí, la perfecta distancia guardada para ser testigo de algo maravilloso: como los hombres pueden hacer torsiones de cuello de 180º.
Durante el trayecto, en el que ella tenía una pausado y rutinario caminar, ha sido asediada por toda clase de miradas: perniciosas, malignas, cautivas, desgarradoras, guarras, románticas, astutas, silenciosas, auténticas, misteriosas... así hasta confirmar que 11 de cada 10 hombres le miraba.
Es curioso, hay gente que habla del famoso 'rapto de Paris' como una locura de carácter histórico pero poco probable. ¿Cómo una mujer va ocasionar un conflico armado entre dos estados? Pues muy simple, porque la belleza femenina alberga unos cauces para los que el hombre continúa sin vacuna. Uno puede estar en preaviso, incluso hacerse pasar por témpano de hielo, pero tarde o temprano una mirada que cruza el aire puede hacer que hasta un imperio desaparezca.
La belleza femenina ha sido históricamente, por fortuna, inspiradora para los genios del arte y la literatura, ha sido símbolo de creación, admiración y todo el registro de adjetivos bonitos que se puedan utilizar, pero esa belleza, guardada en una caja de pandora es capaz de hacer perder la cabeza hasta al más sensato del lugar
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